Los creyentes debemos recordar que Dios nos ha restaurado y hoy nuestra relación con el pecado ha cambiado.
● Vivir en pecado es rebeldía contra la ley de Dios (vs 4).
Juan ahora les recuerda a los creyentes que ellos pueden vivir adorando a Dios, porque Dios los ha restaurado. El versículo no habla directamente de cometer pecado, sino que, habla de alguien llamado creyente practica el pecado. El pecado es una rebeldía (anomia) a la ley de Dios. Juan muestra al creyente que cuando peca, esta diciendo que no necesita la ley de Dios y por tanto, prefiere crear y ejercer su propia ley. El apóstol quiere que los creyentes le tomen la seriedad acerca del pecado, porque al pecar estamos diciendo que nuestra ley es mucho mejor que la ley de Dios.
● Vivir en pecado no se condice con la obra de Cristo (vs 5-8).
Juan les recuerda que Cristo vino a la tierra a quitar la culpabilidad y el castigo al ser humano que crea en Él. Todo esto abarca que la relación del creyente con Dios es de una paz constante, duradera, porque Cristo al quitar el pecado, quita también la separación que había entre nosotros y Dios. Es inconsecuente, inconcebible, que si Cristo vino y quito el pecado, el creyente siga viviendo en pecado, siendo que ya ha sido restaurado de este tipo de vida.
Juan también dice que Jesucristo fue capaz de pagar por nuestros pecados, porque el fue el Justo precio por ellos.
El apóstol es categórico con respecto a la vida del creyente, el que permanece en Cristo no peca, pero, el que no permanece en Él, no le ha conocido, no es un creyente verdadero.
La vida del creyente debe estar caracterizada por la justicia (bíblica) y esto significa conformarse a las demandas de un superior, en esto, si el creyente vive una vida justa, es porque se esta conformando a las demandas de Dios.
El argumento del apóstol Juan, es que sus destinatarios vean dos clases de personas, una es la que practica el pecado y la otra es la que practica la justicia.
La persona que practica el pecado es del diablo, del acusador, pero Cristo apareció para que los creyentes pudieran eliminar las obras del diablo en su vida, esa es la certeza del creyente.
● Vivir en pecado se opone a la morada del Espíritu Santo (vs 9-10).
El creyente no puede practicar el pecado, porque la simiente de Dios esta en él. Todo esto se traduce en el poder del Espíritu Santo en la vida del creyente para que no practique el pecado.
Dios no ha desamparado al creyente sin poder hacer nada con respecto al pecado que lo rodea, sino que le da su poder para que el creyente practique su justicia.
Juan le muestra a sus destinatarios las diferencias entre los creyentes y los inconversos. Los hijos del diablo no hacen justicia y no aman a su hermano, porque ellos no tienen una verdadera familia, en cambio el creyente hace justicia y ama su hermano, una verdadera familia, la familia de Dios.
Aplicación
● ¿Estoy siendo rebelde a la ley de Dios? ¿Qué tipo de persona soy? ¿El que practica el pecado o el que practica la justicia? ¿A que familia pertenezco? ¿La familia de Dios o del diablo?